La ternura…

Lo cierto es que yo ignoraba que tenía en mí esas reservas de ternura. Y no me importa que ésta sea una palabra sin prestigio. Tengo ternura y me siento orgulloso de tenerla. Hasta el deseo se vuelve puro, hasta el acto más definitivamente consagrado al sexo se vuelve casi inmaculado. Pero esa pureza no es mojigatería, no es afectación, no es pretender que sólo apunto al alma. Esa pureza es querer cada centímetro de su piel, es aspirar su olor, es recorrer su vientre, poro a poro. Es llevar el deseo hasta la cumbre.

Mario Benedetti

Nunca me había cuestionado mi capacidad para sentir ternura… hasta que la sentí…

Sabía que era capaz de desarrollar una aguda habilidad de protección… tenía claro que podía atender a alguien… de ponerme en plan de acción cuando alguien que amo necesitaba algo… y a veces hasta parece que tengo la necesidad de ser yo quien ayude, acompañe, arrope, solucione… etc. Personalidad castrante que le llaman.

Pero entonces con todo lo que he hurgado en mí… con todo lo que creo conocerme resulta que también siento ternura…

Una ternura que además desea…

Una ternura que no quiere cuidar activamente… sino que solo se enternece ante la compañía… que busca expresar cariño solo por ser… por estar…

Esa emoción resultó nueva… y como me suele pasar con lo novedoso… me asustó… y me enganchó…

Me asusta lo vulnerable que se ve mi versión enternecida…

Me entusiasma poder sentir una emoción menos arrebatadora… que me permita sentirla en calma…

Me aterra saber que mi yo enternecida pueda ser vista como manipulable…

Me gusta saber que aún hay emociones que se conocen por primera vez… y que no tienen que ver con las despedidas… con lo que se acaba… con las despedidas…

La ternura ha resultado ser una emoción difícil de entender… pero agradable de sentir… todo un descubrimiento…

Deja un comentario

Subir ↑